Mujeres que aman demasiado II
- Areli Torres
- 17 sept 2016
- 5 Min. de lectura
No sé, como seguramente a tod@s nos pasa, en qué momento de la infancia la ausencia emocional de mi padre provocó en mí esa sensación de carencia de afecto. Vamos, retomando el post anterior, no supe cuándo me convertí en una mujer que ama demasiado. De lo que tengo perfecta consciencia es de aquel recuerdo en que por primera vez supe cómo yo ponía mis necesidades en último lugar con tal de complacer a un hombre.
Tendría yo apenas 13 o 14 años. Estaba en un curso de verano al que mi madre me mandaba todos los años. Dada mi carencia de afecto paterno yo comencé a sentirme atraída hacia los niños desde la primaria, lo digo para ponerlos en contexto y que se entienda la trascendencia que el hecho que contaré tuvo para mí. Un grupo de amigos estábamos sentados en las gradas del campo de fútbol, y de pronto el chico que me encantaba acomodó su cabeza en mis piernas para recostarse. La emoción de que estuviera así era demasiada y creo se acrecentó porque este chico en lugar de fijarse en mí, se fue a enamorar de mi prima casi hermana que también iba a ese curso de verano. No tengo idea cuánto tiempo estuvo así pero a mí se me hizo eterno porque me sentía vista, me sentía importante para el chico que me gustaba. Pero sobretodo se me hizo eterno porque mis piernas se habían dormido!!!!!!!!!!!!!!!!!
De esas ocasiones en que pasas de la sensación de hormigueo al dolor. Pero yo no me quería mover, en verdad me daba miedo que si le pedía reacomodarme él se quitara. Obviamente me llevaría años descubrir que el pavor que yo sentía porque él pudiera quitarse venía de mi herida del abandono. A la cual debo dedicar un post posteriormente, pero que al final se conecta con el miedo a ser abandona que se menciona en la lista de características que poseen las mujeres que aman demasiado: 4. Como te aterra que te abandonen, haces cualquier cosa para evitar que una relación se disuelva.
Mi anécdota con este chico es un ejemplo nimio de cómo podemos ser capaces de hacer cosas que pasen por encima de nuestras necesidades básicas (¡dios en verdad me dolían mis piernas!). Y se vuelve aún más insignificante si pienso en todo lo que he hecho con tal de no quedarme sola.
De la lista que compartí en el post anterior quiero ahondar en dos puntos:
(Para el listado completo aquí http://arelitogro.wixsite.com/reaprendiendoavivir/single-post/2016/09/17/Mujeres-que-aman-demasiado )
2. Habiendo recibido poco afecto, tratas de compensar indirectamente esa necesidad insatisfecha proporcionando afecto, en especial a hombres que parecen, de alguna manera, necesitados.
Todos los hombres con quienes he estado involucrada emocionalmente (aunque muchos de los cuales ni enterados estaban) parecían tener algo malo que yo debía arreglar. Lo curioso es en ocasiones ellos no consideraban tener ningún problema pero yo me encargaba de convencerlos de que sí lo tenían. ¿Les suena el punto 9? (Necesitas con desesperación controlar a los hombres de tu vida y sus relaciones, debido a la poca seguridad que experimentaste en la niñez. Disimulas tus esfuerzos por controlar a la gente y las situaciones bajo la apariencia de "ser útil".)
O sea te convenzo de que estás mal para en ese momento volverme útil para ti y tener participación en tu vida. Es algo tremendamente manipulador, sí las mujeres que amamos demasiado manipulamos en niveles patológicos.
Pero no quiero perderme del punto de que buscamos hombres necesitados. Antes de contar mi historia con quien me parece ha sido el hombre más necesitado con quien estuve, daré algunos ejemplos para que ustedes vayan ubicándose. ¿Te suena un hombre desempleado, uno que no estudió, uno a quien su ex-mujer no permite ver a sus hijos, uno que trabaja mucho por un sueldo bajo, un casado que argumenta tener una vida marital del infierno, uno que es inseguro y retraído, uno a quien su madre controla, uno que consume drogas, un alcohólico, un mujeriego, un jugador?, bueno creo que ya me di a entender.
Todos estos hombres son parejas potenciales para las mujeres que amamos demasiado, porque a nuestros ojos todos tienen problemas que obvio nosotras podemos y debemos arreglar; por si no lo notan estoy siendo sarcástica. Sí, es muy probable que esas sean situaciones que se deben solucionar, pero por ellos, no por nosotras.
Ahora les cuento. Hace unos años comencé una relación con un hombre que estaba enamorado de otra chica. Primer problema a solucionar por Súper Areli. Si ella no le hacía caso y no lo valoraba, yo debía encargarme de mostrarle que había una gran mujer dispuesta a calentarle los pies. Y aunque se resistió, al final accedió a ser mi novio. Lo cual tuvo su precio pues mientras ya éramos novios seguía escribiéndole a la otra chica diciendo que no sentía nada por mí, y que en cambio, ella era su verdadero amor, aunque ella ni lo pelara. Me dolió saber eso pero ustedes creen que me fui?, pues obvio no. Yo tenía la obligación de mostrarle que su infidelidad era producto de su miedo a ser realmente amado (hazme el fregado favor). Pasó el tiempo y le fui encontrando más defectos que con mi amor él podría mejorar. Era terriblemente inseguro. Una vez en un restaurante estuvo parado 5 minutos porque le daba pena hablarle a un mesero para pedir una silla y tampoco era capaz de tomar una él mismo. Entonces yo le leía artículos sobre cómo mejorar autoestima, le pasaba podcasts con la misma finalidad. Y que no se malinterprete, creo que se vale y es necesario que en las parejas exista apoyo para mejorar, pero el inconveniente está en hacerlo porque creemos que sin nuestra ayuda el otro no puedo solo porque es un inútil.
Llevábamos medio año de novios cuando se quedó sin trabajo, al inicio yo lo apoyaba mucho, dedicaba casi toda mi jornada laboral en buscar ofertas de trabajo para él. Incluso le daba dinero para todo: transporte, comidas, celular. Pasaban las semanas y él no conseguía nada y yo sólo pensaba una cosa: que no conseguía trabajo por su inseguridad, falta de confianza, presencia y autoestima. En mis propias palabras le faltaba ser hombre. Y claro, yo debía ayudarlo, porque había sufrido mucho de niño, sus papás no lo habían querido y pobrecito yo debía sanarlo. De haber sabido que la que necesitaba sanación (y mucha) era yo, no hubiera perdido mi tiempo ahí.
Bueno pasaron cerca de 5 meses y él todavía desempleado. Aquí hace aparición el punto 5. Casi ninguna cosa es demasiado problemática, tarda demasiado tiempo o es demasiado costosa si "ayuda" al hombre con quien estás involucrada. Estuve a punto de pagarle un taller con un costo que equivalía a mi quincena completa, en el que lo enseñarían a hacer una buena entrevista de trabajo. Afortunadamente reaccioné a tiempo y no lo hice, pero le pagué otro taller. Uno de autoestima, ese sólo costaba la mitad de mi quincena, me endeudé para pagarlo y de pronto un día me di cuenta que no quería estar más con él.
Intenté que en el taller de autoestima me hicieran la devolución de mi dinero, pero no fue posible. Una conocida a quien intenté venderle el taller me animó a tomarlo yo, pero yo no quería, me parecía mucho dinero. Suena sorprendente y lo es, o sea cuando se trataba de gastar ese dinero en él no me parecía demasiado pero para invertirlo en mí sí.
Obviamente él no fue el primer hombre (ni el último) con quien me he involucrado desde este punto, pero creo sí fue a partir de él cuando comencé a ver más agudamente mis motivaciones para escoger al tipo de hombres con quienes me involucro. Espero este post te sirva para descubrir algo que hasta ahora quizá no habías visto.

Foto: Diana Echevarria. (C)

Comentarios